Blinking Cute Box Panda

viernes, 13 de julio de 2012


Libro Abierto

Capítulo 7

Comenzamos por las instalaciones al aire libre.
—Bueno este es el patio general, acá pueden estar desde los chicos de primer grado, hasta los de último año—me explicaba, mostrándome los distintos recovecos—. Acá siempre se ve a los chicos que juegan Basket Ball con sus novias, y te recomiendo que si no queres descomponerte, en el recreo largo no vengas.
—Gracias por la recomendación.—le dije riéndo ante las expresiones de su rostro.
—De nada. —musitó coqueto caminando ahora, por las galerías.
—Te comento esta área es la de primaria, así que mucho interés no tiene, pero allá—dijo señalando frente a nosotros—. Ése es el salón de música y teatro y junto a este, el salón de arte.
— ¿Arte? ¿Aquí se pinta?
—Claro, la señora Valentina Castañeda, es la profe de arte—me comentó Liam, abriendo las puertas que daban al salón y en vez de encontrarme con el salón, allí había unas escaleras que se dirigían a un pasillo extenso o si no, a la derecha e izquierda, dos puertas doble hoja. El guía abrió la de la derecha y allí entramos a la sala.
Parecía una gran exposición de arte. Las paredes pintadas de blanco escarlata revestidas con una tela parecida a la del telón de un gran teatro romano. Estas a su vez eran decoradas por pinturas, dibujos, bocetos y esculturas de alumnos y ex alumnos de la institución, en homenaje a pintores, artistas, próceres, directores antiguos del colegio y demás imágenes reconocidas. De forma desordenada había taburetes y frente a estos un trípode y el lienzo se encontraba sobre este. En el lado derecho, todos los asientos, tenían una mesa pequeña a la misma altura que el banquito, donde había pinturas, pinceles, lápices, crayones y demás utencillos.
—Es precioso—musité sentándome en uno de los taburetes.
—Me alegra que te guste, es una actividad extracurricular, puedes anotarte si te gusta.
— ¿De veras? ¡Si claro, cuanto antes! —anuncié feliz de la vida, aunque sea con esto, estaría más tiempo lejos de mi casa.
—Vaya, eres artista—me dijo Liam, con voz de superioridad.
—Jajaja, se podría decir que si.
— ¿Hace cuanto?
—Hace más de diez años—le conté, cruzandome de piernas—. Mi padre vio que no era un capricho que me pasara todo el tiempo dibujando y bueno, me llevó a una escuela de arte.
—Vaya, que impresionante.
—Puede ser, lo más extraño de todo, o lo más extraño de mí, debería decir, es que mi padre no me mandó a la escuela por que dibujaba y demás, si no porque me interesaba el arte de muchos artistas reconocidos como: Picasso, Da Vincci, Berni, entre otros, y así me empezó a gustar cada vez más esto.
—Es facinante, y ¿qué sabes pintar?—Preguntó sentándose a mi lado.
—De todo; al temple, al cemento, a la cal, pintura a la silicato, lástica, al óleo.
—Es impresionante, pero como yo no se nada de eso—rió y yo lo acompañé—.Me refería a que pintas, que has pintado tú.
—Ah, claro, claro—dije, comprendiendo su pregunta—. Eh pintado retratos, paisajes, en sí, todo lo que tenga que ver con el realismo, también, porque mi profesora de Nevada era fanática del cubismo, y he hecho muchas pinturas en ese estilo, pero lo que más me apasiona es el surrealismo.
— ¿Por qué? —quiso saber, con los ojos abiertos como dos platos y prestando real atención a nuestra charla.
—Porque el surrealismo es nada más que para los artistas, desde mi punto de vista, y para los que piensan, ya que las pinturas del surrealismo tiene que ver con quién la pintó, en qué período de la historia lo hizo y demás elementos. Pero en sí, lo que creo que el arte, en todas sus formas, musical, lírica, y demás, es solo para los pensantes, solo para aquel que puede persivir el arte con los cinco sentidos.
—Es muy hermoso lo que dices, se nota que eres muy dedicada.
—Claro, vivo para ello—acepté sonriendo—. Cuando crezca quiero ser una famosa pintora.
—Y lo vas a ser, te lo aseguro. —Me animó este, parándose de la banqueta—.Pero ahora señorita, usted está dando un paseo conmigo, y le tengo que mostrar toda la escuela.
—Claro.
Y al decir aquello, salimos del aula y nos encaminamos de nuevo a la galería en donde nos hayábamos anteriormente. Así llegamos a un patio cerrado que tenía cuatro arcadas que daban a diferentes localizaciones.
—Allá están todas las oficinas, la sala de profesores de toda la escuela, la sala de secretaría, que seguramente ya has conocido—dijo y yo solo asentí—, también está la dirección y administración. —me explicaba mientras señalaba donde quedaba cada lugar—Por ese pasillo se encuentran más salones de primaria  y por ese, de la secundaria básica y por este último también, ya que son muchos alumnos, como verás.
Después de todo aquel recorrido, sin haber visto nada del jardín de niños ni tampoco parte de la secundaria superior, tocó el timbre que daba por finalizado el receso para que todos los alumnos volvieran a las aulas que cada uno tenía asignado.
—Tengo física.—le dije, frunciendo el ceño.
—Yo tengo Español, entonces, te veo luego.
—Claro, adiós Liam.—lo saludé con un beso en la mejilla.
—Adiós Romance, fue un placer haberte conocido. —al decir eso, lo dijo con una mirada penetrante y llena de dulzura y sinceridad, que me llegó al corazón.
Salí corriendo, mientras con mi mano lo saludaba a lo lejos y este, repetía mi actuar. Llegué a las galerías para seguir caminando y llegar hasta donde estaba el tercer edificio, donde tenía que buscar la clase de física. Pero como era de esperarse, no halle dicha clase y me perdí como era habitual. Así que cansada como me encontraba después de haber estado veinte minutos caminando y mas de diez corriendo, me senté en el segundo escalón de la escalera más alta del recinto, y crucé mis piernas junto con mis brazos por debajo del busto.
Me quedé en esa posición tarareando una canción que había escuchado en la radio. Así que así estuve, cantando una y otra vez, la única parte que me sabía, que era el estribillo.
—Cantas muy lindo—. Musitó una voz detrás de mi y el corazón quedó oprimido en un puño.
— ¿Qué haces aquí?
—Nada, al igual que... tú. —Susurró, sentándose a mi lado.
—Por favor, vete. —le pedí, recordando al rubio y enorme hermano suyo.
— ¿Por qué tan a la defensiva? —indagó sin comprender, y hasta un poco dolido.
—Por... nada—dije nerviosa, parándome de su lado—. Pero yo... debo irme.
Después de esa desastrosa conversación, en la que mi nerviosismo era tan palpable que hasta daba pena ocultarlo, me encaminé hasta la secretaría donde my amablemente la señora, me dijo donde quedaba el aula de física. Se hallaba en el cuarto edificio, eso quería decir que tenía que pasar por el tercero, y si me encontraba con Harry, me iba a morir ahí, no solo del miedo por su hermano, si no de la vergüenza.

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