Blinking Cute Box Panda

viernes, 20 de julio de 2012


Libro Abierto
Capítulo 9

Apurada, después de la conversación, o mejor dicho, explicación, de la señora Castañeda, me dirigí al salón de Román. Pero como era de esperarse no se encontraba allí, así que caminé hasta la puerta de la escuela, donde el chico de siete años se encontraba. 
—Perdón, Ro—le dije antes que nada—. Es que fui a ver sobre una clase extracurricular.
—Todo bien, Romance—anunció este, besando mi mejilla—. Me quedé charlando con un amigo, ¿te lo presento?
—Claro. 
Obviamente que cuando tu hermano de siete años te dice que te va a presentar a un amigo, uno se imagina a un nene de su misma edad, pero todo lo contrario, este era un muchacho de mi edad, de cabello castaño y una sonrisa que hacía que mi corazón se escapara de mi pecho y quisiera salir de él. 
—Harry, ¿qué haces con mi hermanito? —le pregunté, sorprendida.
—Hola, Romance. —dijo, con un tono cínico—Me enteré recién que Román es tu hermano, él me lo acaba de decir.
— ¿Se conocen? ¿De dónde? —indagó mi hermano, muy interesado.
—Del salón de clase, es mi compañero.—Le respondí a mi hermano.
—Ella es la que te conté, Román. —le dijo a mi hermano y este quedó asombrado.
— ¿Es ella? Bueno, ojito porque es mi hermana. —le avisó el pequeño.
—Tranquilo, yo no voy a hacer nada, todo queda bajo tu concentimiento.
—Más te vale. —le dijo mi hermano, quién luego le sonrió y ambos se saludaron con un apretón de manos y a mi me besó la mejilla, sintiendo su piel fría y sedosa, rosar con la mía. 
—Hasta mañana, Romance— dijo este, con su voz suave y delicada—. Que duermas bien, y tengas sueños lindos.
—Se dice, que sueñes con los ángeles. —susurré riendo, ante como me dedico los sueños.
—No, que tengas sueños lindos, los ángeles no son de confiar. —al decir eso, este se retiró riendo, mientras yo me quedé altamente desconcertada.
El chico más hermoso y dulce de la escuela, estaba completamente loco. Y lo peor, era que no solo él, si no también toda su familia. Con Román íbamos caminando por las calles pobladas de Illinois, mientras el pequeño me contaba como había sido su primer día de clases, las cosas que había hecho y que él era el único capaz de contestarle a su maestra las cuentas mentales de matemáticas, y que la docente le había dicho que estaba muy avanzado para la clase.
—Lo que pasa es que tengo un hermanito brillante. —le explicaba yo, mientras él reía y se ponía todo colorado. 
Caminamos las cuadras que quedaban y al llegar al edificio, el mismo muchacho de unos diecisiete o diesiocho años, nos abría la puerta, mientras sonreía amablemente. Subimos por el ascensor hasta el piso nueve, donde mi madre nos esperaba con la merienda lista y servida en el living, y la tele prendida.
—Hola mis amores—saludó ella, besando y abrazando a Román y a mi me beso la mejilla, dado que me ande abrazando y eso, a mi edad mucho no me gustaba—. ¿Cómo les fue hoy?
—Excelente... —y así comenzó Román otra vez con su relato, mientras yo reía en las partes que él decía que era muy bueno en matemáticas y que la maestra quería hablar con mi mamá para cambiarlo de clase a la de segundo año de primaria.
—Me aprece maravilloso Román, eres un genio. —lo alagaba mi madre, acariciando su cabellera.
—¿Y a ti, Romance? —indagó la mujer, comiendo una galleta.
—Bien, creo.
— ¿Te hiciste amigas nuevas? —preguntó, ya que mi conversación no la hice tan extensa.
—No, todas ya tienen amigas, ninguna quiere otra, además no me hablé con nadie.
—No mientas, te has hablado con alguien.
— ¿Y con quién? —preguntó Amalia levantando la ceja.
—Con mi amigo Harry... —mi progenitora lo interrumpió.
—Pero es de tu edad Román, yo preguntaba si habló con algún chico de su edad.
—Es de su edad, Harrytiene dieciséis, va con Romance en algunas clases.
— ¿A sí? ¿Y es lindo?
— ¡Mamá! —anuncié, roja como un tomate.
—Supuestamente todas las chicas del colegio, si, ya que cuando el pasaba le sonreían y le decían cuando las iba a invitar a salir, pero el se hacía el tonto y se escapaba, tomándome a mi de excusa.
— ¿Cómo? —indagó mi madre.
—Si, decía que ahora estaba conmigo hablando, mientras yo le contaba como me había ido y que iba a hacer en casa.
—Mira que bueno, ambos se hicieron un amigo.
—Así es—asintió el enano—. Aunque Harry no quiere que Romance sea su amiga.
— ¿Por qué no? —inquirió mi madre, un tanto desconcertada y molesta, típico instinto maternal.
—Porque el quiere ser su novio, quiere ser mi cuñado.
— ¡Ay por dios! —dije, ahora roja como un tomate, viendo a mi madre y a mi hermano. 
—Román, deja de dicir tonterias. 
—Es la verdad, antes de que tu llegaras, él me lo dijo. 
Mi madre estaba que se aguantaba la risa, mi hermanito siguió tomando la merienda lo más tranquilo, y yo estaba entre un rojo cereso y un rojo carmesí. Así que tomé la leche rápido, y pedí permiso para dirigirme a mi cuarto. Mi madre, todavía con una sonrisa, me dio el permiso pero antes, hizo la señal de la cruz en mi frente, mi boca y mi pecho. Así que después de ello, me encaminé a mi dormitorio. 
Allí me quité la ropa, dejándola dispersa por toda la habitación y tomé dos toallas y fui a bañarme. El agua cálida se pegaba a mi piel de una manera dulce y relajante, que me hacía olvidar todo lo que había sucedido en mi primer y desastrozo día de clases. Después de tomar un baño, salí de este y me envolví en la toalla para ir a sentarme a mi cama. Tomé la netbook y me conecté en el MSN, pero como era de costumbre, nadie con el que quería hablar se hallaba, así que lo único que hice fue entrar a la famosa red social Facebook, y comentar como fue mi día. "Mi primer día de clases fue... Un total desastre, es verdad eso que dicen, la escuela es una jungla, donde sobrevive el más fuerte. Pero además de ello, ahí especies extrañas y nuevas por descubrir, y por desgracia, también hay especies en peligro de extinción."
En ese momento sentí el arañar de un vidrió y pensé inmediatamente en Román así que lo único que hice fue gritarle para que deje de hacer aquello y me volví a concentrar en la computadora, revisando los comentarios de apoyo de mis amigos, también, los comentarios de gente que jamás había visto o conocido en mi vida, que comentaba de las fotografías que les había tomado a mis cuadros y publicado. 



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