Blinking Cute Box Panda

viernes, 31 de agosto de 2012





Libro Abierto
Capítulo 22

—Harry, está mejor que ayer, por supuesto. —me contestó la mujer, en una sonrisa.
La señora me colocó su brazo derecho por la espalda empujándome levemente hacia una escalera, yo subí dubitativamente, mientras la mujer dobló a la derecha, donde un pasillo largo se encontraba. Seguimos caminando, y nos detuvimos en la última puerta del pasillo. La dueña de la casa, abrió la puerta, y allí, unos aparatos de hospital, ese que cuenta los latidos del corazón, un suero y una máquina que brinda oxigeno, se encontraban, brindándole atención a Harry, quien estaba recostado en la cama, con los ojos cerrados.
—Lander dijo que se encuentra bien... —la interrumpí.
— ¿Lader? —indagué sin comprender.
—Si, él estudió medicina hace unos años, algo extra y bueno... él lo atendió.
—Ah.
Fue eso lo único que pude decir, ya que me comencé a acercar al convaleciente, sin prestarle tanta atención a que un chico que se encontraba en último año, ya había terminado la carrera de medicina, una que dura aproximadamente... seis años, y obviamente con la preparatoria terminada, quien respiraba calmadamente, mientras por mi cabeza pasaban las imágenes de lo ocurrido la noche anterior, mientras que el salvaje de Liam lo atacaba.
—Lo siento tanto, Harry. —decía en un susurro, mientras que tomaba su mano delicadamente y acariciaba esta, tan fría como siempre, pero a la vez, tan tersa. —Yo debí hacer algo, y separar al estúpido de Liam... todas las veces... que me haz dicho que él no era buena compañía, y yo no te creí... Lo siento tanto, chico misterioso.
Al decir eso, una sonrisa se formó en mis labios, ya que la mañana anterior, solo hace un día, yo lo había llamado así, y él, con su melodiosa voz me contestó: "buenos días, chica feminista".
—Perdón por no venir antes, Harry. Es que tuve un pequeño problema... Cuando volví de la escuela, y yo te había visto tan mal, comencé a llorar y a desesperarme, porque no sabía como estabas... Mi madre, muy simpática—dije con sarcasmo— llamó un médico, que no tuvo la más brillante idea, que sedarme y me desperté hace más o menos una hora.
Luego de mi larga explicación, me quedé contemplando sus perfectas facciones, tales como las de un ángel, tan dulce, tan mágico... Harry era algo indescriptible, algo que ni el mejor escritor de todo este mundo, vivo o ya muerto, podría escribir o haber escritó la definición de él. El mismo término "perfección", debería ser sinónimo de él, ya que se asociaban perfectamente.
—Tranquila, Romance, él va a estar perfectamente bien.—me tranquilizó la dulce madre de Harry, quien me sonrió dulcemente. Yo me puse roja como un tomate, al darme cuenta de que ella se encontraba allí, mientras yo largaba mi exténso monólogo, con la simple esperanza que el enfermo logre, mínimamente, oír aunque sea, dos palabras de todo lo que dije.
—Emm... si, claro... —concordé altamente nerviosa. —Señora... —ella me miró con el ceño fruncido—Colette, le podría pedir, si... ¿Me puedo quedar aquí un tiempo?
—Claro, Romance... Cuando Harry despierte y te vea, va a estar realmente feliz.—Anunció la dueña de la residencia sonriente—. Puedes quedarte aquí, todo el tiempo que desees.
Luego de decir eso, la mujer beso mi mejilla y se retiró de la habitación del muchacho. Acerqué una silla del escritorio de vidrio, donde había una computadora y algunos cuadernos de la escuela, y la coloqué delante de la cama del adolorido.
El sol estaba desapareciendo del horizonte, y sin importarme las promesas y juramentos que le había hecho a mi madre, me quedé postrada en la silla giratoria, al lado de Harry, quién seguía con los ojos cerrados y respirando pacíficamente. El cansancio se fue acrecentando de manera voraz, haciéndose cada vez más insostenible a medida que pasaban los minutos, hasta que me encontraba profundamente dormida entre los brazos de Morfeo.
—No puede ser que duermas tanto, Romance. —musitó una voz dulce y acogedora, mientras yo me encontraba vagando en la inconciencia, pero pude decifrar el dueño de esa melodiosa voz, lo que hizo que mi sentido reaccionaria y abrí los ojos completamente, para encontrarme con su rostro pálido y enfermizo, sonriéndome dulcemente.
— ¡Harry! ¡Estás bien! —dije, sintiendo como la felicidad suplantaba la agonía, y se expandía por cada milímetro de mi cuerpo. Me arrojé hacia el, abrazándolo por el cuello mientras el me rodeó por la cintura con la mano que no estaba conectada al suero.
—Si, Ro, estoy bien. —me respondió, mientras se separaba de mi, y tomaba mi mano con la mano izquierda.
—¡Lo voy a matar! es un estúpido, mira como te ha dejado—dije, señalando su pecho, que estaba vendado con gasas y luego con una faja elástica.
—Si, es un estúpido, pero me encuentro bien; —me tranquilizó, regalándome una de las sonrisas más hermosas de este mundo, que solamente él podría hacer—acá está la prueba, de que por algo te dije que no te acercaras a él, Romance. Es peligroso.
—De acuerdo, tienes razón, no me voy a acercar nunca más a el, Harry.
—Gracias. —contestó, besando mi mano angelicalmente.
—Quiero preguntarte algo... —comencé a lo que él me interrumpió.
—Me parecía raro, que hayan pasado diez minutos y no me hayas preguntado absolutamente nada.
—Ha-ha, que gracioso Styles.—dije, con ironía.
—No te enfades, linda. Era solo un decir. —contestó tan casualmente, que casi no me percato que me dijo "linda" y mi corazón volvió a latir tan velozmente que parecía el de un colibrí.
—Bueno, te quería preguntar... ¿qué ha ocurrido ayer?
—El enfermo de Payne me atacó. —contestó con obviedad.
—Eso ya lo sé, pero no, lo que no sé, es que fue... fue muy extraño Harry... él se lanzó sobre ti, y solamente con sus manos, provocaba cortes como si tuviera cuchillos o...—me quedé callada, pensando en las desgarraduras de la piel de mi acompañante, y me detuve antes de decir lo que pensaba: garras. Parecía la típica marca de un león o un depredador sobre su presa.
—No lo sé, Romance... Él se lanzó sobre mí, y me golpié la cabeza y perdí el conocimiento. Mucho de lo ocurrido no lo recuerdo.

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