Blinking Cute Box Panda

jueves, 13 de septiembre de 2012


Libro Abierto

Capítulo 28

—Buenos días alumnos.—dijo el profesor Moreira, a lo que todos contestamos al unísino un "buenos días, profesor".
—Bueno chicos, quiero que guarden todo y saquen solamente una lapicera y un corrector. —luego de decir aquello, recordé. Había prueba.
Saqué las cosas a regañadientes y el profesor comenzó a repartir los exámenes. Harry me miró divertido, contieniendo la risa.
"—¿De qué te ries?"— escribí en un papel, a lo que el volvió a sonreir.
"—No estudiaste, creo que se te está haciendo costumbre."
Voltié los ojos para arriba, dejándolos en blanco, recordando el inconveniente en clase de anatomía, traté de olvidar ese hecho y comencé a "hacer mi examen", para ser sinsera, en el otro examen de las capitales, latitud y longitud, biomas y demás, me había ido bastante bien, me saqué un nueve. Pero en este examen de desastres naturales, sabía que iba a reprobar. El único desastre que iba a ver, iba a ser mi prueba.
Pasaron quince minutos, en los que me encontraba decorando la prueba. Así es, ya que me había dado por vencida, y sabía que no tenía ni la más mínima chance de aprobar, comencé a hacer figuras abstractas en la evaluación. Haciendo bordes y sombreados a la hoja, remarcando los títulos de los enunciados y pintando los bordes. Pero antes de que pudiera terminar de decorar mi nombre "Romance Romero", con mi despatarrada caligrafía, mi compañero de banco tomó la evaluación y como un rayo comenzó a escribir sobre el papel.
Al pasar, al rededor de diez minutos, cuando el docente se agachó al suelo, ya que se le había caido una hoja de su registro, Harry me entregó mi evaluación, toda hecha. Estaba absolutamente todo resuelto, y bastante completo, debo admitir. Ya que había escrito también detrás de la hoja. Y lo más extraño y admirable, era que había imitado mi letra a la perfección, similando que yo había sido la que hizo el examen.
Entregué mi examen al docente, para luego salir al patio. Me senté en una de las bancas más apartadas de todas, y cinco minutos después, sentí la respiración de alguien en mi cuello, y así pude sentir su aliento, sin tener que girarme, pude darme cuenta de quien era.
—Me debes una grande, hice que aprobaras con diez. —musitó, sentándose a mi lado, y entrelazando su mano con la mía.
—Muchísimas gracias, me había olvidado por completo el hecho de que había evaluación.
—Me di cuenta, así que para la próxima te ayudo a estudiar, no te hago el examen, ¿si?
— Si, si, muchísimas gracias. —le dije, para luego besar su mejilla a lo que el sonrió.
—Pero... yo acabo de hacer que apruebes con diez la materia... —lo interrumpí.
—Que creido eres, que aprové lo sé, pero con diez... Eres muy mandaparte.
—No es de mandaparte, es que sé que aprobaste con honores, pero sacando el tema de mi "egocentrismo"—musitó haciendo comillas en el aire. —Te acabo de hacer aprobar un examen, y quiero algo a cambio. —musitó rozando con sus labios las yemas de mi dedos.
— ¿Y, se puede saber que quieres? —pregunté, sonriendo.
—Quiero una cena, solo tú y yo, yo elijo el lugar, y te llevo y traigo a tu casa.
—Harry... —me interrumpió.
—Vamos, me arrodillo si quieres, en un estilo... Romántico.
—Por favor, Harry... —pero antes de que pueda terminar la frase, el muchacho se paró de su asiento y se colocó, arrodillado, delante de mi, con su sonrisa característica.
—Romance Fabianne Romero, aceptarias escoltar a este caballero, que se encuentra a tus pies, con el único proposito de tener una velada maravillosa, y que eso solamente ocurriría, con tu presencia.
—Harry, más de diez chicos nos están viendo, por favor, párate en este instante. —pedí, con la cara morada.
—No, hasta que me des una respuesta, y espero que de tus perfectos labios, solo salga una afirmación.
—De acuerdo, déjate de hacer el protagonista de una novela de los cincuenta, y levántate del suelo. —le pedí, mientras las cuatro muchachas que miraban a nuestra dirección, me aniquilaban con la vista,
—Los cincuenta, sabes que vengo de unos años un poco más atrás. —dijo, sentándose a mi lado, y tomando mi mano.
—No me recuerdes que podrías ser mi tatara-tatara-tatara-tatara abuelo.
—No te lo recuerdo, pero acéptalo. Sería un abuelito muy sexy. —anunció levantando las cejas, a lo que yo reí profundamente.
—De acuerdo, lo acepto.
—Listo, te paso a buscar mañana a las ocho de la noche. —dijo él, mientras besaba mis labios fugazmente, a lo que por alrededor de treinta segundos me quedé tildada.
— ¿Qué? Oye, oye, aguarda ¿De qué hablas?
—Dijiste que aceptabas. —dijo, volviendo a posar sus labios sobre los míos, y yo creí desfallecer.
—No, no, yo acepte que eras muy sexy para ser un abuelo, —musité, poniéndome de todos los colores. —no que iba a ir a cenar contigo.
—Lo lamento, has dicho que aceptabas, y creo que eres, además de bella, una mujer de palabra.
—Te detesto, Styles.
—Tú sabes perfectamente, que mis sentimientos son completamente diferentes a los tuyos, entonces. Porque yo te amo. —luego de decir eso, volvió a besarme, pero esta vez, cuando se separó, mordió mi labio inferior.
Este chico no se daba cuenta, de que soy un pobre y frágil ser humano. Y más que eso, soy una mujer, adolescente. ¡Tengo hormonas!
—Pero es día de semana... —no me dejó terminar la oración que colocó su dedo índice sobre mis labios.
—Tú estate lista a esa hora, de tu madre yo me ocupo.

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