Blinking Cute Box Panda

jueves, 4 de octubre de 2012



Capítulo 32
Libro Abierto

—Harry, no puedes tener a esta chica toda la vida alejada de su casa. —le dijo Marlon, sentado a mi lado en el sillón, a quien en estos momentos estaba usando de almohada, ya que el sueño se estaba haciendo presente, y debo admitir que él era muy cómodo.
—Liam debe saber donde vive... También está el problema de Mateo y lo más importante de todo, si no es lo de los Wordas, es que los Sendal segurmanete también saben quien es ella, y tengo miedo de Taylor... —su hermano mayor lo interrumpió.
—Por favor, Harry, Liam no le hará nada, está enamorado de ella, no va a lastimarla. Y con respecto a Mateo, él ahora trabaja para ellos, y ya la pudo haber secuestrado anteriormente. Los Sendal, ellos no creo que les interese la vida de Romance, si no lo que tú tienes con ella.
Mientras Harry trataba de contestarle yo me me quedé completamente dormida, vagando en la inconciencia, mientras los murmullos de la gran sala se oían a la lejanía, convirtiéndose en mi cabeza, en una dulce melodía. Traté innumerables veces de que mis párpados se elevaran y poder contemplar lo que había más allá de ellos, pero me era completamente imposible, el sueño que poseía era mucho, y aunque tenía ganas de seguir escuchando las disputas sobre mi bienestar, el sueño ganó la pelea y me quedé completamente dormida.

La negrura era parte del panorama, o mejor dicho era él panorama. Lo único que se podía observar en aquel lugar era solo aquel color sin ninguna emoción ni toque de vida: el negro. Lo más normal, es que si la cortina está cerrada o algo por el estilo, siempre por alguna endija se ve un rayo de luz o algo así. Pero en este caso no, era pura y exclusivamente negro. Me refregué los ojos, no para abrirlos, si no para corroborar que mis párpados estaban abiertos, y en efeco, así era.
Pasaron al rededor de cinco minutos, eso fue lo que mi cerebro logró contar, y a lo lejos se escuchó un golpe sordo, como el caer de una pila de libros sobre el escritorio, pero en al menos veinte segundos, el ruido se volvió a oír, pero la diferencia del anterior, fue que este era más sonoro. Así sucedió, al menos, diez veces más. Hasta que el sonido profundo y retumbante se oyó hasta mi costado.
— ¿Tenías que traerla aquí, idiota? —escuché la voz de Harry, dirigiéndose a alguien, amenazadoramente.
— Diocristal está protegiendo el lugar de ustedes, y anda buscándolos para matarlos, y ella está con su edor horripilate y sabe que es tu "poción de amor" ... ¿Quieres que él la mate? —dijo la voz de Liam, que se encontraba igual de cerca que la de el hechicero.
Luego de aquello no se oyó más nada, hasta que la puerta se abrió, seguido de un chirrido insoportable. Sentí que pasaban un brazo por mi cintura, para luego de ello, unos labios posarse en mi clavícula y su dulce voz llenó de pasión y tranquilidad mis oídos: —Todo va a estar bien, Romance, te lo prometo. —luego de decir aquello, besó mis labios por alrededor de cinco segundos.
—No sobrepases mi control Hechicero, porque soy capaz de matarte en este mismo instante. —amenazó Liam, mientras del pecho de Harry salía un gruñido.
—Tranquilo, Hechicero. —anunció una voz profunda, que provenía de alguien que se encontraba al lado de Liam.
—Mark, no estoy para nuestros asuntos personales, la madre de Romance la está esperando, supuestamente íbamos a llegar a las doce de la noche como mucho, y ya son las tres y media de la tarde.—la sangre se me heló, si los Wordas no me mataban, mi madre si lo iba a hacer.
—Por favor, mantengamos la calma. —pidió Travis, de quien me percaté por primera vez.—Nosotros nos vamos, y llevamos a Romance a su casa y luego hablamos en un ámbito más privado. Ustedes mismos han dicho, Diocristal anda cerca, y puede que llegue a atacar a Romance.
—De acuerdo, Travis. —dijo Liam, receloso. —Pero tomo tu palabra de que esto se va a hablar.
—Por supuesto, príncipe, yo me encargaré de eso personalmente, si así lo desea.
—Que así sea, y quiero que la humana esté presente a todo esto, es su asunto también.
Escuché decir eso al Worda, para luego caminar, o mejor dicho que Harry me arrastré, por unos pasillos de tierra seca, decorados con jeroglíficos. Caminamos por alrededor de diez minutos, mientras mi mente estaba vagando kilómetros y kilómetros de distancia de allí.
Liam, mi amigo Liam. Quien me ayudó y me hacía reír tanto en estos meses, quién estuvo conmigo las veces que lloraba por mis amigos y mi familia, más que nada por mi padre. Él ya no se encontraba allí, él no era mi amigo, él era el príncipe de los Wordas: un monstruo.
Llegamos a una escalera del mismo material que estaba hecho todo aquel lugar, y la escalera daba a una tapa de hierro, aquella tapa desembocaba en un callejón donde no había ni un alma presente. Harry me afianzó más a su anatomía y caminamos por lo menos dos cuadras, allí llegamos a un auto: el de Travis, subimos a él y el auto arrancó.
En el trayecto del camino, nadie dijo absolutamente nada, así que ya que no podía preguntar las miles de cosas que quería, me recosté en el pecho de el pelinegro, y mirando como el paisaje de la ciudad se disfuminaba y efuminaba en menos de diez segundos, me quedé dormida.
—Despierta Romance, ya llegamos. —musitó la acaramelada voz de Harry, quién se encontraba del lado del piloto, y yo en el del copiloto.
— ¿Y Travis? —indagué, ya que me giré para encontrarme con su persona, y no fué así.
—Él se quedó en casa, y me dejó el auto para que te lleve a la tuya.
— ¿Qué le voy a decir a mi madre? —inquirí, mientras observaba la hora en el panel del auto: 17:38 hs.
—No tengo idea; ¿la verdad? .—contestó concentrado en la conducción.
— Claro la verdad, que fui a tu casa porque un hechicero nos amenazó que el príncipe de una especie legendaria me quiere desposar, pero tú, que eres otro hechicero, no va a permitir que me pase nada, ya que estas embrujado de mi. ¡Ah! y me olvidaba, que estan esos Sendal, que no tengo la más mínima idea de quienes son, ya que tú te empeñas en esconderme la mitad de la historia.
— No, no le digas eso, no creo que quieras pasar el resto de tu vida en un neuropsiquiátrico. Que tal si le dices: Harry y yo fuimos a cenar y luego de eso, como adolescentes comúnes y corrientes, con hormonas aceleradas y demás, fuimos a su casa y bueno, tu sabes lo que sucede.
— ¡Harry! —grité, mientras él reía a carcajadas. —No voy a decirle a mi mamá, que mi primera vez fue con un chico con el que salgo por primera vez.
—De acuerdo, de acuerdo... ¿Y si le dices que ese chico está hechizado de amor por ti, y que es capaz de dar su vida por ti? Tal vez hay te crea.
—Que gracioso, no claro que no, no voy a decirle aquello.
Luego de eso, dobló a la derecha, y se encontraba en la calle de mi departamento, estacionó frente a la puerta del edificio, y, caballeroso como siempre, me abrió la puerta. Fuimos hasta el asensor y subimos hasta el noveno piso.
— ¡¿Dónde rayos estabas?! —gritó mi madre, apenas me vió pasar por el umbral.
—Mamá... —me interrumpió.
— ¡¿Estás completamente loca?! ¡Son las seis de la tarde! ¡Hace un día te fuiste sin decirme donde estabas! —gritó nuevamente, tomándome por el brazo. — ¡¿Te crees que tienes veinte años?¡
—Fue mi culpa, señora. —dijo Harry, adelantándose a su posición, y colocándose entre mi madre y yo. —Ayer, mientras Romance y yo disfrutábamos de nuestra velada, me llamaron y mi madre, Colette, me dijo que Louis, mi hermano, fue internada de gravedad. —explicó con conmoción en la voz. —Louis es muy amigo de Romance, y por ende, su hija se preocupó por la salud de mi hermano, así que me acompañó al hospital.
— ¿Por qué no me llamastes? —me preguntó y yo no sabía que decir, así que el castaño volvió a mi rescate.
—Romance se olvidó el celular aquí, y el mío lo tomó mi padre, ya que comenzó a llamar a especialistas médicos para que atiendan a Louis.
— ¿Y qué tiene tu hermano? ¿Está bien? —indagó mi madre, suplantando el enojo por preocupación por mi amigo.
—El sufre mucho del corazón, tiene un soplo, y un ritmo cardíaco muy débil, así que fue hospitalizada por aquello, y necesitaban un cardiólogo especializado, que en el hospital de Chicago no había, así que tuvo que venir uno de Los Ángeles, ese fue el motivo por el cual llegamos a estas horas. —explicó sin confundirse en nada, algo admirable, ya que parecía muy real todo aquello que decía.—Pero gracias a todos los dioses, mi hermano se encuentra muy bien.
—Me alegro mucho, mándale saludos a el y a toda tu familia. —dijo Amalia, más calmada. —Pero por favor, llámame Romance, cuando ocurren estas cosas.
—Si mamá, no va a volver a pasar.

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