Blinking Cute Box Panda

domingo, 28 de octubre de 2012




Libro Abierto
Capítulo 37


— Buenos días, Román. —dijo mi amado, chocando las manos con mi hermanito.
—Hola Harry. —saludó el niño, sentándose en la parte de atrás del vehículo.
—Hola, mi amor. —me saludó él, besando mis labios.
— ¡Guacala! ¡No hagan eso frente a mí! —pidió el chico, a lo que me pusé roja como un tomate, y como es de costumbre, Harry solo rió.
El chico me abrió la puerta del copiloto, caballero como siempre, y a paso normal, fue a sentarse en la parte del piloto. En menos de cinco o diez minutos llegamos a la escuela, entre risas y chistes entre Román y Harry, ya que para tener siete años, mi hermanito era bastante inteligente y despierto.
— ¿Te llevo a tu salón? —le pregunté al niño.
—Claro que no, no me hagas pasar vergüenza, Romance.
—Que malo eres. —le contesté, a lo que le me sonrió y salio corriendo, dirigiéndose a su salón de clase.
—Vamos que el señor Burke, y para ser completamente sincero, no creo que seas de su agrado.
— ¿De su agrado? Ese viejo cada vez que puede me da con un palo en la nuca.
—No hables así, Romance. —me regañó Harry, con el ceño fruncido.
— ¡Lo que me faltaba! ¿Ahora me regañas tú? —pregunté indignada.
—Sabes que no es así, que solo lo hago porque no me gusta que hables de ese modo.
—Eres peor que mi padre. —le dije voltiando los ojos.
—Siempre fue así, las formas de hablar, comer, vestir... Nunca te comportes de manera incorrecta frente a él, es lo peor que le puedes hacer. —Musitó una voz femenina, delante de nosotros.
— ¿Perdón?—dije, ya que se había metido en la conversación y no tenía idea de quien era.
—De acuerdo, te disculpo... Por haberme robado lo que por ley era mío.
— ¿De qué rayos estás hablando? —inquirí ya que no comprendía de que hablaba.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó bruscamente Harry, y de un momento a otro, él se encontraba delante mío, protegiéndome de... Ella.
—Bueno lindo, si quieres te cuento pero... No me gusta la presencia de la humana, ésta.
—Vete, Taylor, sabes que no puedes venir así y menos así vestida.
Cuando nombró aquello, me percaté de su atuendo, lo que la mayoría de los estudiantes de Truman Collage estaban viendo. Si esta es la Taylor que yo estoy pensando que es, era increible como todas las películas de Hollywood cobraban vida. La chica estaba vestida con un vestido negro por arriba de la rodilla, en la parte de la falda tenía tul, lo que hacía que se viera más voluminoso. Sobre la falda poseía un cinturón del mismo color que todo el atuendo, y en la parte del busto era escote en V. Tenía el pelo castaño desmechado hasta por debajo de los hombros, y parecía que se lo había fijado con sprye en todos lados diferentes, a lo que se asemejaba a que no estaba peinado. Por debajo del vestido tenía unas medias negras, con toques brillosos y un taco aguja más grande que mi mano. Todo el atuendo en composé.
—Sabes que me encanta llamar la atención, me conoces muy bien lindo, así que...
—Por favor, Tay... Vete.
—No puedo, y mucho menos quiero... Te voy a decir a qué vine... —dijo con aires de superioridad, caminando por el pavimento, haciendo resonar sus tacos contra este.
—Dime. —musitó Harry, con los dientes apretados.
—Vine a tres cosas, y una me gusta más que la otra. —reveló divertida, con una sonrisa, mostrando sus blancos y perfectos dientes a la luz del sol.
— ¿Cuáles son?
—La primera, vengo a pedirte que desistas de la pelea en el Círuculo Obtangus.
—Sabes perfectamente que no lo haré.—le respondió el chico, cerrando los ojos, conteniendo la... íra, supongo.
—De acuerdo, sabía que la primera tenía muy pocas posibilidades de que sucediera. —aceptó sonriendo de lado.
— ¿Las otras dos? —preguntó el chico, perdiendo la paciencia.
—La segunda, es que me encantaría ver como vas a luchar por esta estúpida humana y... Perderás. Me encantaría ver, como el Wordas se la gana.
— ¡Eso no sucederá! —dijo Harry, soltando toda su furia acumulada.
—Tranquilo... Es solo un deseo mío, déjame soñar.
—Cállate Taylor, ella es mía. —le anunció Harry, mostrándole los dientes.
Los alumnos del colegio estaban estupefactos ante tal escena. Una muchacha vestida como para una fiesta de disfraces, y un chico protegiendo a otra chica de la otra, como si fuera un ataque animal. Si lo veíamos desde otro ángulo, Harry parecía un león protegiendo a lo que es suyo, de una hiena y Taylor, era muy parecida a una.
—Si ella es tuya, pero tú eres mío, así que niña humana, vete preparando una cucha, porque cuando el Worda gane, es donde vas a vivir toda tu vida.
—Eres tan dulce, Taylor... Siempre tan amable para conmigo. —dijo una voz profunda, detrás de la hechicera.
—Lo que me faltaba, encontrarme con el perro... —anunció ella teatralmente, tócandose la frente con el dorso de su mano.
— ¿Qué haces aquí, Taylor? —le preguntó Liam, acercándose a nosotros y tratándome de tomar por la cintura, pero Harry lo evitó.
—Ni se te ocurra tocarla, Worda. —lo amenazó el hechicero, mostrándole los dientes.
—Estoy tan seguro que ganaré, que... —Harry lo interrumpió.
—No te confies tanto, tengo varios trucos bajo la manga, acordate que los puedo hacer aparecer cuando yo quiero. —musitó, haciéndole recordar que era un hechicero.
—Eso es trampa... —el hechicero lo volvió a interrumpir.
—Claro que no, tú puedes usar tus metaformas para defenderte, yo puedo usar toda mi naturaleza, y eso es parte de ella.
—Por favor, chicos... No peleen. —les pidió Taylor, al borde de la risa. —Pero, no te dije cual es el tercer motivo por el que me tiene aquí, además de que quiero que te reuses, y como no lo vas a hacer, quiero que pierdas... Así que por primera vez, soy buena contigo Worda, quiero que ganes.
—Muchísimas gracias, Taylor, me siento alhagado.
Ella rió con malicia.
—Acuérdate, de que ante todo ella es humana y tú... —se cayó, ya que por primera vez vio a la gran multitud que miraba la escena. —Cúmple las reglas, Harry... Si llegaras a ganar, que lo dudo muchísimo o solamente lo deseo. Ella tiene que ser una de los nuestros.
—Lo sé perfectamente, ahora les pido a los dos que se vayan tú... Lo más lejos que puedas. —anunció, refiriéndose a la hechicera. —Y tú... lo más lejos que puedas de ella.
—De acuerdo, total, en menos de un mes, la voy a tener debajo mío, gritando. —anunció burdamente, a lo que, era algo más que obvio, que Harry iba a reaccionar. Me soltó de su agarre, y saltó sobre el Worda. Liam en ese momento, estaba desprevenido, así que, mientras los alumnos buscaban a algún mayor, ya que nadie se quería meter en la disputa, Harry le mordió el cuello, por lo que se escuchó un alarido de dolor y acto seguido, el mago voló por los aires, por el empujón que le propuso Liam.
El Worda estaba algo debilitado, así que trastabillando se puso de pie, pero en ese momento, Harry se le avalanzó de nuevo, y mordió su hombro, lo que hizo que el muchacho lanzara un  grito desgarrador de dolor que se olló en toda la institución, pero antes de que el mago pudiera morderlo nuevamente, el Worda le clavo sus garras en el pecho, lo que hizo que Harry callera al suelo. Pero eso no hizo que la furia que el hechicero tenía se vaya, por el dolor de la golpiza. así que se puso de pie, con dificultad, y mordió su cuello nuevamente, pero del lado derecho, pero esta vez se quedó prendido y cuando lo soltó, en el lado de su costado escupió la sangre del Worda.
— ¡Basta! ¡Eh dicho que la corten! —ese fue el noveno intento de separación del señor Burk, el profesor de antomía. Pero como era de esperarse, ninguno de los dos le prestó atención y siguieron peleando. Hasta que de un momento a otro, aparecieron Louis, Lander y Marlon, donde los últimos dos se metieron y separaron a los guerreros.
— ¿Te volviste completamente loco? —le decía Marlon, a Harry.
— ¡Tú, suéltame! ¡Ni siquiera me hables, idiota! —le gritó salvajemente a su hermano mayor.
—Harry, date cuenta...
— ¡Cállate! ¡Qué entre el Worda y tú, no se con cual quedarme!
Después de que dijo aquello, y que Lander tenía agarrado del torax a Liam, Harry como pudo se soltó de su hermano y me tomó de la mano, ignorando lo que Louis, Lander, Marlon, el director y todo el mundo gritaba, me sujetó bien de la cintura, e hizo que camine velozmente, hasta salir del intituto y meterse en el auto conmigo.

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