Blinking Cute Box Panda

domingo, 18 de noviembre de 2012


Capítulo 41
Libro Abierto

— ¿Bueno, vamos? —le pregunté a Harry, luego de que dejé a mi hermanito en la puerta del edificio, para que valla a casa y yo a su morada, a estudiar biología. 
—Si, solo aguárdame unos minutos. —me pidió él, para luego tomar su celular y alejarse un poco de mi para hablar.
Así que me senté en el lado del copiloto, hasta que el muchacho terminara de hablar por celular, me senté y coloqué la radio, subí un poco el volumen, ya que no podía distinguir la melodía con un sonido tan bajo. Me di cuenta que la canción que sonaba era Possibility de Likke Li, la verdad era una canción bastante triste, pero no me importo mucho, y seguí escuchando la lenta melodía que estaba inundando todo el vehículo. Por lo menos habían pasado cuatro minutos, y la canción había terminado, y Harry todavía no llegaba. 
Pero preferí no salir, porque si no iba a pensar que era una inpasiente, y que de pasiencia tenía cero. Así que volví a cambiar de estación y ahora se escuchaba Tremble for my beloved de Collective Soul, era una de las bandas que más le gustaban a Alex. Y ahí estaba otra vez, recordando a uno de mis amigos.
Hace mucho no hablaba con ellos, y la última vez que lo hice, fue lo peor. Era un domingo a las tres de la tarde, y ya la tarea para toda la semana la tenía terminada, así que como era habitual en mi, me coloqué en la computadora, y de un momento a otro veo a Sara, una compañera del instituto de Las Vegas. Así que, tomé el teléfono, para hablar con Alex, ya que hacía mucho que no escuchaba su voz, pero cuando me atendió se lo notaba distante conmigo. Como si yo fuera una extraña.
— ¿Qué quieres? —preguntó bruscamente, al atender el teléfono.
—Quiero saber como están, tú y Amy. —dije, en un susurro, ya que su voz me había acobardado un poco.
—Claro... ¿Ahora te interesa de nosotros no es así? Después que de más de un mes ni siquiera nos respondes las llamadas, los mensajes ni los mails.
—No te enojes conmigo, por favor Alex es solo qué... —meinterrumpió, estaba muy molesto.
—Es solo que ahora que tienes nuevos amigos y novio rico, ya no nos prestas más atención. —dijo el con enfado. —Tú prometiste que nuestra amistad iba a perdurar, que no importaban las distancias ni el tiempo que nos pudieran separar, pero parece que no cumpliste tu promesa.
—De acuerdo,¿si? Me equivoqué, es solo que estoy ocupada y...
—Y no tienes ni un minuto para tus amigos, no tienes un minuto para llamar por teléfono y decirle a Amy: Felices dulces dieciseis, lo lamento por no estar ni ayudarte a preparar el momento más feliz de tu vida. Claro, entiendo Romance, eres una mujer muy ocupada.
— ¿El cumpleaños de Amy? —pregunté desconcertada.
—Si, así es. Fue hace una semana. —me contestó el muchacho con desprecio. —Ella no te quiere ni nombrar, está muy enojada, y más que nada, dolida. Y yo, ni hablarte quisiera. —nunció como con asco. —Así que hazme el favor, y no me llames más, Romance, ni a mi, ni a Amy.
Y luego de decir aquello cortó la comunicación. Traté más de veinte veces de volver a comunicarme con él, pero era inutil, o me cortaba el llamado o el celular se hallaba apagado.  También traté de llamar a Amy, pero con ella no había caso, el teléfono sonaba y sonaba, pero jamás atendía.
— ¿Romance, estás bien? —preguntó Harry, sentándose en el lado del piloto y acercándose hacia mí.
—Si, si. —contesté rápidamente.
— ¿Y si estás bien, por qué lloras? —indagó torciendo los labios, y con su pulgar, quitando las gotas de agua salada que hacían zurcos en mi piel.
—Es solo qué... Pensaba.
— ¿En qué? Si se puede saber. —dijo el, sentándose bien en el asiento, y cerrando la puerta.
—Claro que se puede saber... Solo pensaba en, Amy y Alex.
— ¿Tus amigos de Nevada?
—Exacto, pienso en que haberme mudado significó haberlos perdido para siempre.
—No tiene que ser así, las distancias no deben romper los vínculos.
—Ellos tienen razón en odiarme, olvidé su cumpleaños, y nunca les hablo.
—Bueno, te has equivocado pero... Puedes recompenzarlos.
— ¿Cómo? —pregunté, bajando la vista.
—Bueno... En una semana empiezan las vacaciones de navidad, le puedes decir a tu madre, que vayan a Las vegas, a celebrarlo. 
— ¿Mi mamá? ¡Me va a sacar corriendo! 
—De acuerdo, le puedes pedir permiso, para que luego de Navidad, te deje ir conmigo a Las Vegas, ¿qué te parece? —preguntó, besando mi mano derecha.
—No creo que me deje.
—No perdemos nada, con intentarlo.
Luego de decir aquello, arrancó el auto con dirección a su casa. Yo no podía creerlo que mi madre me había dado permiso, ya que era un día de semana y en menos de una hora iba a anochecer. Pero tal parece, que a Harry le tiene una confianza ciega, una confianza que estoy segura que en mi no tiene. 
Estuvo manejando por alrededor de veite minutos y llegamos a su casa, cuando entramos a la recidencia se encontraba todo oscuro. Harry me tomó de la cintura sabiendo que soy un poco despistada, y estabdo todo oscuro, es muy capaz de que me caiga. Así que llegó hasta el interruptor y prendió las dos arañas del living, donde los cristales tenían una luz tan hermosa, por el reflejo de la bombilla.
— ¿Y tus padres y hermanos? —le pregunté, mientras el chico, dejaba mi mochila y la sya, sobre el sofá de dos cuerpos.
—Están en una reunión... Mejor dicho, mis padres están en una reunión y mis hermanos los acompñan.
— ¿Estamos solos? —le pregunté, mirando a mi alrededor.
—Así es... ¿Tienes miedo?—indagó, acercándose hacia mi y tomándome de la cintura.
—No, claro que no. —le dije, con la voz temblorosa.
—Prometo no morderte. —musitó a lo que yo reí histéricamente, y segundos después, su boca se encontraba pegada a la mía. Era como un imán, donde sus labios y los míos se atraían de una manera que no tenía explicación alguna. Su boca, en contacto con la mía, era uno de los deleites más grandes de la vida. Pero la situación se colocó un poco más "caliente", cuando su mano se coló por entre mi camisa, y los botones comenzaban a salirse de sus hojales, y mi piel se erizaba ante su mano gélida, que en esos momentos me parecía más caliente que la mismísima lava.
—Ha... Harry. —musité entre su boca, pero entre que su boca no se despegaba de la mía, y mi conciencia traicionera hacía callar a la voz que decía: "Romance, es mejor esperar", era muy dificil detenerlo.
—Lo... Lo siento. —anunció él, separándose de mí y abrochando a toda velocidad los botones de mi camisa y luego los de él, que al parecer, yo se los había desprendido.
—No, está... bien, solo qué... —me interrumpió.
—Eres hermosa, el ser más hermoso que jamás eh visto en mi vida. —musitó, tocando con su dedo índice, mis labios. —Y te mereces lo mejor de mundo, y yo voy a tratar de dártelo. 
—Te amo. —le contesté, besando sus labios, pero esta vez, de una forma más dulce y serena.
—Tú sabes que yo te amo más. —contestó, volviendo a juntar sus labios con los míos. — ¿Vamos a estudiar? Digo... tienes que aprobar este trimestre si o si.
—Claro.
Ambos nos dispusimos a colocar todas las carpetas, lápices y demás sobre la mesa del living, donde mi querido profesor, comenzó a explicarme lo que era el metavolismo celular. Y aunque parece algo sorprendente, cosa que lo es, le entendí todo a la perfección. Y ahora que lo escucho a Harry, no era algo tan dificil como yo me lo imaginaba, si no todo lo contrario.
— ¿Tienes hambre? —me preguntó, ya que el reloj daban las nueve y media de la noche.
—Así es... ¿Qué vas a cocinar? —indagué, parándome a su lado y caminando los dos hasta la cocina.
— ¿Qué se te apetece? —inquirió, mientras se colocaba un delantal de color negro. Al verlo con eso puesto, estallé en risas, a lo que él frunció el ceño.
— Disculpa... ¿Qué es lo que te causa tanta gracia? —cuestionó con enojo.
—No lo sé, tal vez es porque mi novio tiene puesto un delantal de cocina, y... Para ser completamente sincera, se ve muy afeminado.
— ¿Afeminado? Mira Romance, hay algo que nunca en la vida voy a ser y es afeminado. —anunció enojado, y colocando su mano derecha en la cintura. Parecía la profesora de matemática cuando se enfadaba, así que mis risas volvieron a aparecer.
—Claro mi amor, no eres afeminado. —musité, denotando el tono de burla en mi voz, y posando mis ojos en su mano derecha, a lo que él inmediatamente se dio cuenta, y quitó su mano de su cintura.
—No soy afeminado. —negó, acercándose a mi, y besándome de una manera salvaje, el beo duró por lo menos tres minutos o más, sinceramente perdí la cuenta, hasta que de un momento a otro, se separó de mí, con una sonrisa triunfante, debido a la cara de tonta enamorada, que debía tener en esos momentos.
— ¿Qué me decias? —preguntó con autosuficiencia.
—Que te amaba, ¿por? —dije, haciéndome la tonta, a lo que el rió y me tomó de la cintura.
— Ya que no me dices que quieres comer, te voy a hacer una de mis especialidades, y te voy a demostrar, Yankee, que la comida francesa es mucho más rica, que esa comida chatarra que ustedes ingieren. 


2 comentarios:

  1. La beso salvajemente, La beso salvajemente, La beso salvajemente jdfvjgejedghfgedbgfefvfvende diooos,que lemdo.Seguilaaa!,ya te extrañaba

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    1. LKDJLKSAJD GRACIAS! & SI PROMETO SUBBIR MAS SEGUIDO ♥

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