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sábado, 3 de agosto de 2013

El precio de la elegancia - Capítulo 22






El precio de la elegancia
Capítulo 22



Con una camisa de leopardo, un short negro tiro alto, zapatos de tacón negros y un bolso dorado. Elizabeth bajó las escaleras de su piso en París, con el cabello en una trenza cocida y el maquillaje natural. { http://www.polyvore.com/walk_on_wild_side/set?id=59764286 }
Allí estás, pequeña escurridiza.
Holly, ¿cómo estás?
Yo, bien. Pero tu, debes de estar perfecta. —comenta, mientras Beth se sienta en la cabecera de la mesa.
¿De qué hablas?
Ayer, hasta las nueve de la noche, estuviste con Jason. Vamos, cuenta.
¿Qué quieres que te cuente?
Oh, Beth. ¿Qué pasó?
Recorrimos París.
Sé más detallada, Beth. —le pide con desespoeración su amiga.
Fuimos a tomar el desayuno a la Torre Eiffel, luego fuimos al Arco del Triunfo, a comer a un lujoso restaurante, de compras por la Avenida de los Campos Eliseos, al teatro a ver Los Miserables y luego, a caminar por Puente Nuevo.
Oh my gosh. ¡Estás de chiste!
Claro que no. Eso fue lo que hicimos.—contesta con una sonrisa, dándole un mordisco a su tostada.
Te gusta. —afirma la castaña, haciendo que la neoyorkina se atragante con lo que estaba comiendo.
¿De qué diablos hablas?
Vamos, Beth. Te gusta. El plebeyo, se transformó en príncipe.
No me gusta. —aseguró ella, con voz firme.
Beth, estás loquita por él.
Te lo digo por última vez Holly, y no me hagas repetirlo porque sabes que odio repetir las cosas. No me gusta. Así que déjate de decir idioteces, y cierra la boca.
No te pongas de malas. —le dice ella, con su típico buen humor, sin dejarse amargar por la pelinegra. —Y toma, te llegó esto. Me lo dio Vladimir.
¿Qué es? —pregunta, viendo el sobre dorado.
No lo sé, estabas dormida cuando se fue. —contestó ella, mientras la heredera Rockefeller abría el sobre y leía atentamente su contenido.
Tenemos un baile, al parecer.
¿Un baile?
Así es, mi madre manda la invitación. No sabía que ella estaba en París.
Oh, un baile, adoro los bailes. Y más, los que son hechos por tu madre. Siempre son los mejores, a donde quiera que los realice
Como sea, hay que conceguir un vestido e ir, aunque sea, a saludar.
Vamos, Beth. Va a ser divertido.
Un baile con mi madre, o cualquier cosa con ella, te aseguro que es de todo, menos, divertido.
¿Siguen peleadas?
Me mandó a esa escuela de porquería solo porque estaba recentida que había rechazado uno de los pretendientes que ella propuso.
Creo que eres la primera en rechazar a John Cartier.
Es un idiota, y mi madre también, por presentármelo.
Vamos, será divertido. —dijo ella, poniéndose de pie. — ¿Vamos de compras? A buscar el vestido más lindo de París.
No tengo ganas, voy a ponerme cualquier cosa que tenga.
Elizabeth. Puedes estar enojada con tu madre, y no querrás ir allí, pero jamás, jamás de los jamases, Elizabeth Idina Walton Rockefeller puede aparecer en un evento vestida así nomás.
Si, puede ser que tengas razón.
Claro que la tengo. —comenta ella, con una sonrisa centellante. —Así que vamos, primero a comprar el vestido, luego a la peluquería, a la maquillista, a la manicura y pedicura... —dice ella, mientras la ponía de pie, y ambas, salían de la casa de Beth.
El día trancurrió tal cual lo pintó Holly. Luego de pasar por las máximas tiendas de lujo, fueron al salón de belleza, dónde se hicieron una exfoliación de piel, la tintura, se peinaron, se hicieron las manos, las maquillaron y luego, cuando el reloj marcó las siete y media, se cambiaron.
Elizabeth tenía un vestido largo hasta los pies, de strapless con el corsett de seda y la falda con tul y gasa en volados, unos zapatos de tacón a composé con el vestido rosa perlado, al igual que la pequeña cartera. Su maquillaje hacía juego con el vestido, dejando sus verdes ojos delineados de negro, y su cabello semi recojido, en marcadas ondas color brea. { http://www.polyvore.com/charming_fantasy/set?id=45564840&lid=1954360 }
Vamos, Beth. Cambia la cara. —le dice Holly, la cual, tenía un canapé en la mano, y lo mordía con delicadeza.
Me vio acá parada hace más de veinte minutos, y no se digna a saludarme. Además, he visto a Jason hablar con mi padre. Quiero irme, ahora. —contesta la pelinegra, mirando a lo lejos, furtiva, a su madre.
Tal vez es alguien importante con el que tu madre habla...
Soy su hija. Yo, debería ser más importante. —refuta con fastidio. —Me voy de aquí. —dice, dejando la copa de champagne sobre la mesa, y caminando en dirección a la salida, pero, cuando estaba por llegar a la arcada que daba al pasillo del Hall, una mano se posicionó en su antebrazo deteniendo su caminar.
Si no me sacas tus sucias manos de encima en un segundo, vas a quedarte manco, Jason. —dijo ella, de mal modo.
Buenas noches, Elizabeth. Es un gusto por fin conocerte. —respondió una voz masculina, diferente a la que ella esperaba, haciendo que la neoyorquina gire para enfrentarse a un muchacho de cabellera castaña y ojos verdes, con una sonrisa tranquila y un porte elegante.
¿Quién crees que eres para tocarme? —le pregunta ella, haciendo un movimiento brusco para zafarse del agarre del muchacho.
Jean Sebastian Palus. —responde él, con una sonrisa. —Es un placer conocerte.
¿Palus? —preguntá ella, tratando de recordar en dónde había oído ese nombre antes.
Soy el que te ha enviado a Caramelo y los demás presentes.
Ah, eres tu. —dice ella, rodando los ojos. —No me interesa, así que, si me disculpas. —dice esta, girándose para irse por fin.
¡Elizabeth, cariño!
¿Ahora, qué? ¿Te acuerdas que estoy aquí? —le pregunta ella a su madre, la cual le sonrió forzadamente, como siempre lo hacía cuando la ponía en una situación dificil.
Beth, preciosa. Estás radiante esta noche.
Así lo creo también, señora Rockefeller. —comenta el muchacho.
¿Qué les parece que nos vayamos a sentar a la mesa? Tus padres y tu padre, Elizabeth, nos están esperando.
Por supuesto. —responde el chico, haciendo que ella resople por lo bajo, mientras su madre se iba directo a la mesa mencionada. — ¿Vamos?
Voy sola, no voy a perderme. —le dice de mala gana. —Y no estoy radiante esta noche. Siempre estoy radiante. —dice ella, con una sonrisa hipócrita, mientras pasa al lado del muchacho, sin dirigirle una mirada, hacia la mesa.
Buenas noches.
Elizabeth, es un placer conocerte al fin. Tu madre no para de hablar de ti, y ya queríamos conocerte. Soy Jean-François Palus, ella es mi esposa la señora Colette Palus, y creo que ya conoces a mi hijo Jean Sebastian.
Así es, señor Palus. Es un placer también para mi conocerlos. —responde ella, con su típica sonrisa política, sentándose en la mesa y tratando de sobrellevar la cena.
Así que Elizabeth... —dijo el hombre, llamando la atención de la estadounidense, ya que esta, se encontraba mirando hacia la nada misma.
¿Si?
Tu madre nos dijo que estás en la universidad, ¿qué estudias?
Administración de empresas.
Muy buena carrera, la misma que siguió Sebastien. —comenta el hombre, con una sonrisa, bebiendo un sorbo de vino. — ¿Y en qué escuela? ¿Harvard? ¿Yell? ¿Columbia?
Ojalá. Debido a un absurdo castigo de mis padres, terminé en la universidad de West Point.
¿West Point? No la conozco. —comenta el hombre, desentendido.
Comenzó hace poco a ser una universidad, antes se dedicaba solamente a la enseñanza militar.
Bueno, cariño... No agobies al señor Palus por nada. —habló Christy, con una sonrisa nerviosa. —Y tú, Sebastien, ¿qué haces?
Trabajo en la empresa con mi padre. Aunque lo que más deseo es poder llevar a cabo mi propio emprendimiento.
Eso sería fabuloso. —comenta Christy, amable. —Oh, Beth. Tu adoras esa canción. —suelta la mujer, cuando Pretty Woman comenzó a sonar en la pista de baile, donde varias parejas se encontraban danzando. — ¿Por qué no vas a bailar con la gente joven de la fiesta junto con Sebastien?
Buenas noches.
Buenas noches...
Jason Pinault. —se presenta, con una sonrisa, haciendo que Beth suelte un suspiro de alivio.
Jason, que bueno verte. —comenta el señor Rockefeller, con una sonrisa. —Mi esposa Christy Rockefeller, y obviamente, a ellos ya los conoces.
Señora Rockefeller, un placer. —dice este, tomando con elegancia su mano, y besándola en el dorso. —Tíos, Sebastien. —saluda a su familia, dejando a Beth con la boca semi abierta. —Elizabeth, es buena volver a verte. —comenta con una sonrisa. —Me preguntaba si... ¿Quisieras bailar?
¿Qué? —pregunta, un poco aturdida al saber que el tal Sebastien era familiar de Jason.
Bailar.
Si... —contesta, poniéndose de pie, aceptando la mano del muchacho, mientras ambos, se alejaban a la pista de baile.

2 comentarios:

  1. :O adore el capitulo, presiento que de alguna u otra forma jason y beth idearan un plan para que ella se deshaga de su primo el fastidioso Palus, va a bailaaar y no es presisamente con el primo jajaja amo a jason:(:( es tan caballero, me ha encantado mucho el capitulo y bueno ya quiero ver como termina ese baile jaja

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    1. Aww me alegro mucho katty boo c: & no va a ser tan asi, Beth no se deja ayudar por nadie, es antipatiquisima jajajjaa gracias por leer & comentar linda, de verdad c: besito :3

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