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jueves, 29 de agosto de 2013

El precio de la elegancia - Capítulo 24


El precio de la elegancia
Capítulo 24

Elizabeth Rockefeller se caracteriza por muchas cosas, y una de ellas es sus conexiones, y decir que ella tiene una muy buena relación con la señora Carolina Herrera, es poco comparado con lo que en verdad es. Y allí lo demuestra, que luego de un llamado telefónico, la heredera Rockefeller consiguió, junto con Holly, ser modelos en la nueva colección de novias de la diseñadora venezolana.
¿Qué pasó? —indagó Holly, una vez que se encontraban en una habitación adornada con espejos, luces y dos maquillistas, los cuales, se encargaban exclusivamente de ellas dos.
¿A qué te refieres?
¿Por qué estabas peleándote con Jason? Creí que la relación entre ustedes dos iban más que bien.
Que haya salido una vez con él y me haya resultado un poco más simpático con que en la escuela, no quiere decir que tengamos una relación.
Sé que no lo vas a admitir, ni frente mío, ni frente a nadie en este mundo. Pero yo sé, que Jason te gusta.
Holly, mi preciosa Holly. Yo sé que tu ves muchas de esas novelas románticas y estúpidas en la que la chica rica se casa con el chico pobre, pero la realidad no es así.
No, la realidad es que el chico pobre, es un chico rico, que quiere casarse con la chica rica porque está enamorado, y la chica rica es tan tonta, que no se da cuenta que ella también está enamorada.
Cierra el pico, Holly. —le dijo ella, de mala manera, mientras le aplicaban sombra.
Nunca en la vida te vi así con un chico, y te conozco desde kinder. Cualquier chico que se te acerque más de diez centímetros lo sacas volando, y él, te agarra de la mano, y tu no te mueves una pizca.
No tengo ganas de hablar incoherencias contigo.
¿Y qué piensas hacer? ¿Casarte con ese Sebastien o yo que sé?
Ya te dije que es un idiota más de la lista de candidatos que mi madre tiene.
Si, pero sabes también que chicas como nosotras no llegan a los treinta sin casarse. Jamás. —le dijo ella, mientras el maquillista le colocaba el delineador. —Tus padres van a casarte con el mejor partido, y tu, como tonta, vas a hacerles caso. Dejando pasar a el primer chico que en verdad te gusta por tu estúpido orgullo.
Deja de repetir que me gusta, porque no me gusta.
Elizabeth, te conozco más que nadie en este maldito mundo. —le dice molesta, Holly. —Sé cuando algo te gusta o no, sé cuando estás enojada o triste, y pretendes estar divina. Sé todo de ti, así que, por respeto a nuestra amistad, quédate callada y no contestes, antes de abrir la boca y mentirme.
Estás insoportable. —musitó Elizabeth, poniéndose de pie. —Vamos, maquíllame en otro cuarto.
Pero, señorita Rockefeller...
Muévete, ahora. O quedas despedida. —le dijo ella bruscamente, mientras salía de la habitación dónde Holly estaba, y se dirigía a una habitación vacía donde la maquillista comenzó a ejercer su labor nuevamente, y cuando finalizó esta, continuó con el peinado de la muchacha. Cuando hubo terminado, dejando los ojos verdes de Beth remarcados con una fina linea negra, y unas sombras en plateado, y el cabello callendo en bucles bien marcados con una tiara en la cabeza, la muchacha se dirigió a cambiarse.
El vestido era de strapless blanco, con una falda con tul en la parte delantera haciendo volados y una cola con mucho tul, zapatos de tacón plateados al igual que toda la joyería de diamantes. { http://www.polyvore.com/outer_beauty_edition/set?id=53854374 }
Las modelos, detrás del escenario. Estilistas, fuera. —dijo un hombre, el cual se suponía diriía el evento. Allí, todas las modelos ya cambiadas se encontraban en orden de subida a la pasarela, mientras Holly estaba qunta, ella, al tener el vestido más trabajado, era la modelo de cierre de desfile.
Estás muy linda, Beth. —comentó Holly, en su típico tono dulce.
Tu también. —respondió la muchacha, mientras la castaña lucía un vestido de straples que caía con delicadesa largo hasta los pies, luciendo zapatos de tacón del mismo color. { http://www.polyvore.com/love_at_first_sight_sponsored/set?id=49028685 }
Lamento lo que pasó hace un rato.
Está bien, no pasó nada. —dice Beth, con una sonrisa cálida, las cuales eran solamente dirigidas a ella.
Cierra el desfile como toda una diva de pasarela.
Desfila como una diosa, sé la mejor. —le dice ella, con una sonrisa, mientras sale a colocarse en la posición que le tocaba.
Cuando hubo pasado la anteúltima modelo, las luces se apagan, y la iluminación cambia, haciendo que solamente las luces del piso y la pasarela se enciendan, mientras que el reflector de detrás de la pasarela ilumina la llegada de la última modelo, la cual, camina con gracia y determinación por la pasarela. Cuando los aplausos aparecieron, y ella se dio de baja del pequeño escenario montado solo para ella, la diseñadora del desfile, caminó por la misma, siendo elogiada y aplaudida por los presentes, mientras cuatro modelos, la de apertura y cierre, Holly y otra más, se acercaron para el saludo final, colocándose dos y dos, a los costados de la venezolana, mientras los fotógrafos se deleitaban con aquella imagen.
No creí que en verdad eras una diva de pasarela. dice Jason, minutos después del desfile.
¿Qué haces aquí? —le preguntó Beth, detrás de escena, quitándose los zapatos de tacón y colocándolos sobre la mesa.
¿Por qué sigues molesta? ¿Puedes decírmelo?
Que haya sido amable contigo unas pocas veces, no te da derecho a pensar que iba a ser así siempre. —le dijo ella, quitándose los aros y colocándolos dónde correspondía. —Además, el que quiere casarse conmigo eres tu. Tú deberías poner más empeño en enamorarme, no yo.
Tus palabras son siempre como cuchillos. —le dice él, acercándose a la muchacha, la cual, se quitaba el anillo de diamantes y la gargantilla.
¿Entonces por qué quieres casarte conmigo?
Porque sé que detrás de esos cuchillos, hay heridas tuyas. Heridas que espero sanar.
¿Además de militar y economista, eres médico? —pregunta con ironía.
Voy a ser cualquier cosa que necesites. Si necesitas un médico, eso seré. Si necesitas un plebeyo o un heredero millonario... No importa el papel que quieras que interprete, yo lo haré sin dudar.
Por ahora, necesito que seas mi asistente de vestuario. —le dice ella, con una minúscula sonrisa. — ¿Puedes bajarme el cierre? —le pide ella, haciendo que el muchacho coloque una de sus manos en el hombro blanquecino de la muchacha, para luego descender su mano por la tersa piel de ella, hasta llegar al nacimiento del vestido, y bajando el cierre casi hasta la cintura. —Gracias.
Si de verdad estás agradecida y un poco arrepentida...
No estoy arrepentida. —interrumpe ella, haciendo sonreír a Jason.
De acuerdo, solo agradecida. —responde él, sonriendole suavemente. — ¿Puedo invitarte a cenar?
Tengo otra cita, lo siento.
¿Otra cita? ¿Con quién? —pregunta él, frunciendo el ceño.
Jean Sebastien Palus, ¿lo ubicas?
¿Con mi primo? —inquiere, con bronca mezclada con sorpresa.
Así es, así que, lo siento.
Yo también lo siento. —comenta él, con una sonrisa, dejando ver sus dientes blancos delineados por su gruesa boca. —Lo siento por mi primo que se va a quedar sin su cita de hoy en la noche.
¿Perdón?
Porque tu, te vienes conmigo.
¿Y por qué estás tan confiado plebeyo?
No lo sé... Uno debe tener siempre confianza en si mismo. —comenta el, caminando hacia la puerta. —Te espero en el hall, si no apareces, entiendo a quién elegiste. —le dice él, saliendo por la puerta, y detrás de esta le dice. —Fuiste la más hermosa.

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