Blinking Cute Box Panda

viernes, 8 de noviembre de 2013

Tren de medianoche - Capítulo 2

Nota de la Autora: Antes que nada, debo perdir perdón por no subir absolutamente nada en tanto tiempo u.u de verdad, lo lamento muchísimo, pero la compu NO andaba bien, no tenía la nueva & bueno... Lo único positivo, es que voy a subir ambas novelas!! acá dejo el segundo cap de tren de medianoche, perdón por tanta demora :3


Tren de medianoche
Capítulo 2

Fui hasta mi asiento y ahí me quedé escuchando música de fondo y leyendo, hasta que el tren se detuvo y me encontraba en la ciudad de Las Vegas. Tomé todo mi equipaje, lo mejor que podía ya que tenia dos maletas agarradas en un carrito, y tres agarradas a otro, un bolso atravezado y el bolso de mano colgado en mi hombro. Era una situación bastante incómoda, ya que todo eso pesaba una barbaridad. 
Salí de la estación para tomar un taxi y llegar hasta el departamento de mi padre. No habia nada, ni un auto pasaba por allí. Tal vez era por que eran las doce de la noche, pero, Las Vegas es... La ciudad que no duerme. ¿O esa era New York? Bueno, la cuestión es que en una ciudad capital de casinos, era increible que no pasara ni un alma por la calle. Caminé dos cuadras, luego tres y así se hicieron siete, buscando un taxi, pero nada. Hasta que escuché unos pasos detrás mío. Seguí caminado sin voltearme, pero apresuré el paso. Y a su vez, la persona que se encontraba detrás mío, así lo hizo. 
—Preciosa, ¿por qué tan apurada? —inquirió una voz ronca detrás de mi. Yo no contesté y caminé más rápido, si es que se podía. Ya que correr, con todo el equipaje, no podía ni de chiste.
— ¿Vas a algun lado, nena? —preguntó la voz, detrás de mi, pero esta vez mucho más cerca que la vez anterior. Hasta que se colocó frente mío. — ¿Qué pasa bombón, quieres huir de mi? —dijo en un tono triste, dramatizando.
—Déjame, tengo que irme.
— ¿Sin mi? Claro que no. —contestó, acercándose, colocando su mano en mi cintura mientras que sus labios se encontraban pegados a mi mejilla.
—Déjame, no me toques. —chillé, separándome de el chico.
—Mira...
— ¡Julieta! ¡Aquí estas, papá nos está esperando en la estación de policía! Ya me dijo, o vas tú o viene él... ¿Quién es él? A papá no le gustará que estes con un chico a estas horas de la noche. —dijo con voz firme y severa. — A no ser de qué te quieras presentar ante mi padre, claro.
—No, está bien, yo solo... Me voy. —anunció el hombre de unos veinte años a "mi hermano", y salió corriendo.
— ¿Hermano? —pregunté, mientras me encontraba con el Shakesperiano de la estación.
—Claro, si me presentaba de otra forma, hubiera utilizado el arma que tenía en el bolsillo de adentro de la campera.
—Vaya que... Observador.
—Gracias. —dijo en tono socarrón.
— ¿Julieta? No me llamo así.—dije, recordando como me había llamado ante aquel sujeto.
—Bueno, yo no me llamo Romeo, y estaría encantado de ser el tuyo. —musitó sonriendo y yo me puse más roja que un semáforo.
— No me has dicho tu nombre, Julieta.
—Me llamo Rebecca Reed ¿y tú?
—Nick Holland.
—Un gusto, y muchísimas gracias, de verdad. Ahora si me disculpas, debo irme.
— ¿Sola? ¿Luego de que casi te... ? Quien sabe qué te podría haber hecho ese lunático.
— ¿Y qué quieres que haga? ¿Llamo a papá que es policía? —pregunté con ironía y él rodó los ojos.
—Yo te acompaño, a donde sea que quieras ir.
—Gracias. —contesté, con una sonrisa. —pero tú debes hacer, lo que has venido a hacer. —dije, en un enredo de palabras.
—Vine a estudiar, supongo.—musitó, frunciendo el ceño. —Y obviamente a trabajar, pero... Eso puede esperar esta noche. —finalizó guiñándome un ojo.
—De acuerdo, gracias. —le dije, en cuanto se puso a mi lado y tomó mi carrito con tres maletas, y el bolso atravezado, mientras yo llevaba el bolso de los maquillajes, el de los zapato, peluquería y accesorios.
—Ven. —habló luego de más de nueve cuadras en silencio. Yo lo seguí cruzando la calle hasta llegar a un bar, donde gente de la noche se encontraba allí, nos sentamos en una mesa lo más apartados de todos, ya que el ambiente no era el mejor. Las paredes de un verde jade decolorado, con huecos de cemento debido a que se estaba resquebrajando, estaba decorado con cuadros tan descoloridos como la mismísima pared. Los pisos eran de cerámica gris, haciendo juego con las sillas y mesas negras. La barra era gris de igual modo que el piso, y detrás de ella una mujer de unos veinte años de piel morena, y cabello oscuro, con un jean ajustado, botas negras y una remera del mismo color corta, sobre el ombligo, debajo del busto. El lugar olía a alcohol, cigarro y a la parrilla que se encontraba asando carne del otro lado de la barra. La camarera se acercó y le pedimos dos hamburguesas con papas fritas y dos gaseosas.
—Cúentame Rebecca, ¿qué haces aquí?
—Bueno... Mi madre se ha vuelto a casar, y según ella, hace mucho no estoy con mi padre, así que me mandó aquí.
—Vaya...—dijo y yo continué su oración.
—Se deciso de mí, en cuanto tuvo oportunidad.
—No iba a decir eso. —negó, y en ese momento llegó la morena con nuestras bebidas. — ¿Dónde vivias anteriormente?
—En Chicago ¿y tú?
—En Detroit y también aquí. —contestó, jugando con la chapita de la Pepsi. — ¿qué edad tienes? Porque sé tus dos libros favoritos, y no se tu edad. —musitó con una sonrisa de lado.
—Dieciséis, ¿tú?
—También.
— ¿Qué te trae a Las Vegas? — le pregunté, mientras la camarera nos traía nuestro pedido, me miró despectivamente de arriba a abajo, y se retiró.
—Eres muy distinta a ella. —dijo, ya que se percató de la mirada de aquella mujer.
—Si tenemos unas tres o cuatro tallas de diferencia en corpiño. —respondí a lo que el rió.
—No hablaba de eso, hablo de que... —hizo una pausa, en la que me miró fijamente y continuó. —Ella es una mujer, y por lo tanto una flor.
— ¿A qué quieres llegar?
—Todas las mujeres son flores, pero de distintas estaciones. ¿No lo sabías? Para ser una Shakesperiana, estas fuera de onda. —dijo, riendo.
— ¿Cómo? —pregunté, ya que cada vez entendía menos.
—Ella es fría, soberbia, un tanto maleducada, pero hermosa, como toda mujer. Entonces es una flor de invierno.
—Claro, ¿y yo qué flor sería?
—Una flor de primavera, las flores más hermosas y de más rico perfume. Aquellas que se esperan con ansias todo el año, ya que salen solamente en esa estación y cada una de ellas es única, como es tu caso. —comentó y yo creí morir ahí mismo. 
—No me has dicho que has venido.—dije retomando la conversación, ya que el color rojo se intensificó en mis mejillas.
—Bueno, todos los veranos me voy a quedar en Detroit con mis tíos, en la casa de mi padre, el cual fallecio hará dos años, y bueno, luego de trabajar todo el veranos allá, vengo a la escuela y a estar con mi madre, y por supuesto, a trabajar.
—Lamento lo de tu padre. 
—No, está bien. —musitó el con una sonrisa, mientras se llevaba una papa frita a la boca. 
—Y tú... ¿a qué instituto irás?
—No tengo idea, eso lo arregló mi padre
—Bueno, pero ya te gradúas, en solamente dos años, y... ¿Qué vas a estudiar?
—Pienso estudiar Ingeniería aeronautica.
—Vaya, que interesante... Como una persona tan chiquita va a hacer un avión o un barco.
—Jaja, yo no soy chiquita. 
—Por favor, rubiecita, claro que lo eres.
— ¿Rubiecita? —pregunté, levantando una ceja. — ¿Lo debo tomar como un insulto? 
—Claro que no, solo... Olvídalo. —Dijo sonriendo
Seguimos hablando de las cosas que nos gustaban, como por ejemplo descubrí que su color favorito era el verde, ya que era la calma, esperanza y me dijo, que ahora además de esos dos motivos tenía otro. Que era el color de mis ojos. 
Su grupo de música favorito era Kiss, y a lo que a mi respecta también es uno de mis favoritos, pero antes me gusta mas Queen. Su comida favorita era Spaghetti a la carbonera...
— ¿Qué tiene eso?
—Spaghetti, por supuesto, tocino de la carrillada de cerdo, huevo, queso de oveja, parmesano, romano, cebolla, aceite de oliva y pimienta 
—Vaya que elavorado, yo como en McDonals y soy feliz. —anuncié a lo que el rió.
—Eso no es comida. —contestó el y antes de que pueda decir algo más mi teléfono comenzó a sonar-
— ¡Papá! ¿Cómo andas? —le pregunte, ya que se notaba preocupado. 
—Bien hija, ¿Cúando llegas al departamento? ¿o quieres que te valla a buscar a la estación? —indagó del otro lado de la linea.
—Tranquilo yo en un rato voy a andar por el apartamento.
—De acuerdo. —contestó este, más relajado. —Te quiero, Becky.
—Yo también, besito. —luego de decir aquello finalicé la conversación, y miré a Nick.
—Debes irte, ¿te acompaño?
—Ya has hecho mucho por mi, puedo sola de verdad.
—Sinceramente, no me molesta.
—De acuerdo, pero debemos tomar un taxi o algo, el departamento queda un poco lejos de aquí.

1 comentario:

  1. Siento que revivo jaja por fin tu computadora vive y el orden del planeta ha vuelto a su lugar lol
    Dios siento que amo cada palabra que dicen ambos jaja aunque nick al final fue un poco.. mm bastante directo con las cosas que dijo jaja
    Tengo una preguntaaa!!!! Yo presumo que la pro se llama Rebecca y no Dianna o me equivoco? porque luego Nick la llamo Rebecca y su padre la llamo Becky soo es lo que deduzco y me dejo un poco confundida quizás fue la transcripción de los personajes que tenias al comienzo cuando empezaste a escribir esta nove no se jaja pero en fin, solo quiero decir como ya antes dije que amo demasiado esta novela, no se que tiene que me llama tanto la atencion incluso si nunca lei tanto de ella jaja espero que pronto podas subir mas:( eso seria grandioso:) besos danna:)

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