Blinking Cute Box Panda

sábado, 11 de enero de 2014

Tren de Medianoche - Capítulo 13


Tren de Medianoche
Capítulo 13

Rebecca Reed

—Las damas primero. —dijo, en cuanto el colectivo se detuvo frente a nosotros, subí primero y él pagó el boleto por ambos. Me fui a sentar en uno de los últimos asientos junto a la ventana, y en cuestión de segundos Nick, estaba sentado junto a mí.
— ¿Cómo ha sido tu primer día de clases? —indagó, sonriendo, como siempre.
—Un tanto agotador, demasiadas clases.
—Es verdad, el cole es un tanto pesado. 
— ¿Y tú?
—Bien, creo. No fue nada del otro mundo. Además... — y lo interrumpí.
— ¿Nick qué te pasó ahí? —dije señalando su cuello que tenía un raspón y un moretón debajo de este, y en su brazo izquierdo estaba todo raspado, mientras la sangre seca decoraba las pequeñas cortaduras.
— Nada, me caí.—contestó indiferente.
—Claro, y yo soy Ashley Brown. —dije, molesta.
— ¿Quié es esa?
—Ay... Nadie. El punto es, ¿cómo te has hecho eso?
—Juego al football americano, nos golpeamos, ¿recurdas?
—Pero son unos animales, mira como te han dejado.
—Gracias por preocuparte por mí. —comentó dulcemente a lo que yo me puse completamente colorada entonces desvié la mirada.
—Claro que me preocupo. —dije, luego de un minuto.
—Y me encanta. —respondió, mientras pasábamos el hotel Río, en un par de cuadras llegaba a mi casa.
—Yo ya me voy. —musité besando su mejilla y dirigiéndome a la puerta de salida del ómnibus.
—De acuerdo, te veo mañana. —contestó con una sonrisa. Al llegar a la torre Eiffel toqué timbre y baje del colectivo, caminé dos cuadras hasta llegar a mi casa, y mientras el sol se ocultaba y la noche estaba por visitar el cielo, llegué hasta mi piso, donde mi padre todavía no había terminado de trabajar. 
Fui hasta mi cuarto, dejé mi mochila y las cosas que necesitaba para la tarea. Luego me dirigí a la cocina y empecé a preparar la cena, carne al horno con papas, mientras esta se asaba en el fuego, me concentré en mi tarea de historia, ya que mañana tenía esta asignatura. 
—Hola, Becky. —dijo mi padre, en cuanto abrió la puerta y me vió en la mesa de la cocina haciendo mi tarea.
—Hola, pá. ¿cómo has estado?
—Muy bien, linda. ¿Y tú? ¿Cómo fue tu primer día de clases?
—Fue sorprendente, tengo amigos nuevos, —en realidad solo uno. — y mi profesor de Comedia Musical, es un famoso actor y cantante de Broadway. —sin contar que es dulce, lindo y sexy.
—Te felicito, mi amor. —comentó, dejando el portafolio sobre el sillón del living, y quitándose el saco. 
— ¿Y a ti? ¿Cómo te ah ido? 
—Bien, la verdad un tanto agotador, ha faltado plata del casino y me tuve que arreglar para saber de donde se ha generado la salida de dinero.
—Uh, que mal. —dije, ya que mi padre se veía cansado. —Pero, para recompensar, ha preparado tu comida favorita. —comenté, mientras sacaba la comida del fuego y colocaba dos platos, dos vasos y dos pares de cubiertos. 
—Gracias, linda. —comentó, mientras le servía la cena.
Me preguntó de mis amigos, así que decidí contarle de Nick, pero también de Farrah y su amiga, las cuales me habían hablado al finalizar la escuela. También le comenté de Jeannot, no diciénole todo lo que pienso realmente de él, pero si algunas cosas triviales.
La cena transcurrió normal, así que luego de ella, decidí lavar los platos para después retirarme a mi habitación. Comencé a guardar mis cosas para el día siguiente, y luego, me fui a bañar. El agua tibia siempre me hacía sentir bien, me hacía relajarme y dejar correr con el agua todo lo que había vivido en el día de hoy. Salí del baño y comencé a secar mi cabello, dejando el pelo lacio con el peine y dándole un tanto de forma con el secador, cuando estaba por terminar comenzó a sonar mi teléfono con la melodía corta, de un mensaje de texto.
"Ni me preguntes de dónde saqué tu teléfono, los artistas no revelamos nuestros secretos. Espero que estés muy bien y que mañana sea un día mucho mejor al de hoy.
Jeannot. ~"
Al leer aquello se me formó una sonrisa al instante en mis labios. Era tan lindo, dulce, delicado, era, en otras palabras, perfecto. Pero, obviamente, solo me aprecia como su alumna y, si vamos mucho más lejos, como una amiga, ya que el día de hoy hablamos muchísimo pero nada más. Por desgracia. 
Al día siguiente. Si, ya es martes. No puedo creer que dormí nueve horas, fueron tan cortas. Es que tengo sueño, siento que aunque me ponga un kilo de maquillaje, me voy a quitar la cara de sueño que tengo. Así que con todas mis fuerzas, me cambié, me perfumé, maquillé y peiné y fui a tomar el desayuno, el cual estaba bastante bien, teniendo en cuenta que el que cocinaba era mi padre.
—Buenos días, Becks. —saludó, besando mi mejilla.
—Hola, pá. —contesté, mientras mordía mi tostada y la acompañaba con café con leche. El desayuno transcurrió en silencio, mi papá no era muy charlatan que se diga, y yo si lo era, pero el sueño era tal que parecía que se me dormía la lengua. Cuando salí de mi casa, tomé el colectivo, esta vez le pregunté al chofer, antes de que arrancara. Así que cuando pagué mi boleto me dirigí hasta un asiento, hasta que lo vi.
—Hola, Julieta. —comentó besando mi mejilla, dejándome sentar en el lado de la ventana.
—Hola, Romeo, ¿como estas? 
—Bien, un tanto molido.
—Por los golpes, mira como te han dejado, tienes este moretón púrpura y en la cara tienes otro, pero no tan marcado como el otro.
—Lo sé, mi mamá tambén se ha preocupado. Creo que las dos son, un par de exageradas.
—Claro que no, parece que en vez de practicar football americano, practicas boxeo.
—Ay, Julieta, que dramática que eres. —comentó riendo.
El transcurso del viaje siguió entre charlas triviales, sin ningun sentido, debo aclarar, el tiempo pasa volando con Nick, hablando de cosas bobas sin fundamento alguno.
—Buenos días, alumnos. —saludó el señor Berry, a lo que todos contestamos.
— ¿Hicieron la tarea? —unos dijeron no, otros si, y otros mas o menos. El maestro frunció el ceño, tomó su cuaderno y una libreta y dijo:
— De acuerdo, empecemos. —dijo, tomano la libreta y nombrando. Primero dijo el nombre de Ria, una chica de tez oscura que la respuesta que le dio al profesor fue errada, luego Meg, con tono socarrón, una de las amigas de Helena, respondió que no había tenido tiempo.
—Rebecca Reed. —anunció el docente, mientras posaba su mirada en la mía.
—Punto tres: ¿Que fue el Holocausto Judío? —leí la pregunta, para luego contestarla. —El Holocausto fue la persecución y el asesinato sistemático, burocráticamente organizado y auspiciado por el Estado de aproximadamente seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores. "Holocausto" es una palabra de origen griego que significa "sacrificio por fuego". Los nazis, que llegaron al poder en Alemania en enero de 1933, creían que los alemanes eran una "raza superior" y que los judíos, considerados "inferiores", eran una amenaza extranjera para la llamada comunidad racial alemana. 
—Muy bien, y digame señorita Reed, ¿qué pasó con el pueblo judió luego de las dos grandes guerras?
—Eso no estaba en el cuestionario. —comentó una chica, a lo que el señor Berry la observó con cara de pocos amigos.
—Bueno... —comencé a hablar para que no se la agarre contra la chica. —Luego de la Segunda Guerra Mundial finalizada en 1945, Inglaterra y Francia le habian prometido un territorio al pueblo judio, o sea, eran un pueblo, tenían una religión, un idioma, cultura y demás, solo que lo único que les faltaba era, digamos, el territorio tangible para tener su propia patria, así que, Inglaterra al haber ganado la guerra, aunque claramente quedó debastada luego de ella, le dio una parte del territorio de Palestina, y que en 1948, por desición de las Naciones Unidas, se crea el estado de Israél, en medio del corazón Oriental, lo que hasta el día de hoy trae conflictos entre Palestina árabe e Israel.
—Vaya... ¿Cómo es que sabe eso? ¿Lo ha visto en su anterior escuela?
—Ehmm, en realidad no. Leí un libro en la biblioteca.
—Nerd. —dijo la voz irritante de Helena, y seguido de esto, fingió una tos.
—Shhh, silencio. Me parece admirable. Tiene una virtud muy buena, la del estudio, virtud que todos ustedes tendría que tener, y por desgracia, no es tan contagiosa como la vagancia ¿no, señorita Shaldan?
Esto último mirando a Helena, a lo que todos rieron en silencio, frente a la mirada amenazadora de la porrista. Luego de la clase, todos los alumnos salieron del luegar, hasta la siguente clase que sería Relaciones Internacionales. 
—Buenos días. —musitó alguien en mi oído a lo que me presipité y di un salto. —Lo lamento, no prentendía asustarte.
—No está bien. —contesté perdiéndome en sus ojos celeste-verdosos.
— ¿Te veo en el teatro? —preguntó con una sonrisa, haciendo que vea sus dientes tales teclas de piano.
—Claro, luego del almuerzo voy para allá. —comenté, a lo que él, me dijo un "adiós" y besó mi mejilla, muy cerca de mi oído, por lo que pude escuchar su ligera respiración. 
¿Quiere matarme? ¿Mutilarme? ¿Desfallecerme? ... Ya no tengo más sinónimos. Es que eso era lo que pretendía, matarme de amor... No, no amor. Si no... Sensualidad, deseo o algúna otra palabra que tenga un significado parecido. 

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